No soy valiente, nunca
lo he sido,
Le temo a lo
desconocido, a la soledad y a las multitudes,
Le temo al fracaso,
Le temo al olvido y al
abandono,
Le temo a la
desesperanza,
Le temo a lo que no me
atrevo a confesar
Le temo a lo que no soy
capaz de borrar…
Le temo a tantas cosas,
algunas incluso, de las que no soy consciente,
Y a veces, siento que
ese miedo me paraliza y me hace un nudo en mi garganta.
Pero nunca, a pesar del
miedo, he detenido mi marcha,
Quizás me cueste a
veces seguir el paso, y sea difícil,
Pero un día juré, que
no dejaría que el miedo paralizara mi vida, ni me dominara
Así que enfrento sin
escudos la batalla,
Con mis manos desnudas
y limpias,
Y en mi mente estas
palabras:
“El Señor es mi luz y
mi salvación, a quien puedo temer
Amparo de mi vida es el
Señor, de quien puedo temblar…”
Una y otra vez lo
repito como un mantra,
Hasta que poco a poco
llega la calma
El miedo se aleja y continúo
mi marcha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario