Cierro mis ojos, como si al hacerlo intentara borrar lo que hoy me causa dolor, como si al hacerlo pudiera como por arte de magia hacer desaparecer aquello que ya no puedo llevar sobre mis hombros. Una lágrima se escapa de la prisión de mi alma, y libre corre por mis mejillas, seguida de una y de otra y otra mas, ya no podían seguir encerradas. Sí, estoy cansada, triste, decepcionada, enfadada y aunque me cueste admitirlo, derrotada.
Y hoy, en esta oscuridad, en el silencio de mi cuarto, lloro sin parar y sin que me importe, grito sin parar y sin importarme que alguien me escuche o no, por Dios, cuanto lo necesitaba, me trague tantas veces mis palabras y opiniones, por llevar la fiesta en paz, por evitar conflictos, y ¿a quién ayudo esto?, ¿a quién le hizo bien?, ¿de qué sirvió callar?, ¿de qué sirvió aparentar?, si cada palabra que no dije, se quedo atorada en mi pecho, hasta que llego un punto, en que no me dejo respirar, y hoy las suelto al aire, pues nadie me escucha, y lloro, mas que de tristeza, de rabia, de impotencia, de desilusión.
Sé que nada cambiara, se que la tierra no moverá su curso, se que nadie se detendrá y cambiara por mí el destino que trace con pisadas confusas y dadas con inseguridad, pero era necesario, es necesario poner un alto y de una vez por todas soltar lo que acumule por tanto tiempo, y que pesa como si sobre mis hombros llevara el mundo, así no puedo continuar, así no puedo dar un paso mas.
Y hoy, quisiera decirle a quien desde pequeña me enseño que de nada sirve llorar, que estaba equivocado, porque si, es cierto, nada cambia, pero quitarse ese peso del alma, es más que necesario, imprescindible.
Hoy, no me avergüenzan mis lágrimas, soy un ser humano mas que siente y padece, las tormentas de la vida y a veces hace falta llorar…
Hace falta conocer la oscuridad para valorar la luz…
Hace falta vivir entre sombras para descubrir la claridad…
Hace falta el gris de la vida, solo en la justa medida, que nos permita mas tarde transformarlo en color.
Abro mis ojos, hinchados, cansados… vacios, el dolor se marcha, en Tus manos pongo mi impotencia, y a un lado pongo mi carga, para mirarla desde otra perspectiva. Y confío, que al final de esta noche, mi tormenta se habrá convertido en calma, los obstáculos siguen allí, como sigue allí lo que me trajo a este punto, pero al llegar la mañana se que renovado mi espíritu, tendrá fuerza para hacerle frente… Hoy solo he caído, mañana, me pongo de pie, me sacudo el polvo, respiro profundo y empiezo de nuevo…
MUY BUENO. ME GUSTA MUCHO TU BLOG
ResponderEliminar