De nuevo la lluvia vuelve una vez más, a
inundar mi mundo, mi sitio… y así esas gotas que atraviesan mi ventana abierta para
caer en mi rostro, así cerrando los ojos, mientras siento su frio sobre mis
mejillas, así mil recuerdos acompañan cada una… cuantas cosas no he vivido en
días de lluvia… Cuantos recuerdos de tristezas y alegrías, de risas y miedos.
En un día de lluvia descubrí que mi padre
era un superhéroe, porque el monstruo de un trueno que amenazaba mi calma se
alejo con su abrazo y su palabra, siempre gritábamos para llamarle cuando la
tormenta nocturna acechaba, y siempre vino a nosotros, aun vencido por el
cansancio para decir: “No tengas miedo”
Un día de lluvia fue también en mi infancia
una aventura, cuando escapados corríamos a la calle, para dejarnos empapar,
corriendo, saltando, abriendo los brazos, como si en cada gota que caía del
cielo recibiéramos un regalo. No importa el regaño, ni el resfriado que seguro
nos esperaba, éramos libres, éramos felices.
En un día de lluvia te fuiste en silencio, aquel
día en que una llamada me enseño que la tristeza puede pesar tanto que asfixia.
No pude decirte adiós, no estaba a tu lado, solo cerraste tus ojos y dejaste tu
esencia en esa casa en donde compartí contigo tantos años. Te fuiste en paz lo sé,
pero mis lagrimas no eran capaz de parar, así como las gotas que caían del
cielo.
Ese día de lluvia tu vida se cruzo con la mía,
y allí en ese café, sin poder salir por la tormenta nos dimos la oportunidad de
conocernos, con el humo de un café caliente empañando en ocasiones la mirada,
abrimos nuestro corazón el uno al otro y sellamos el nexo que aun hoy nos
mantiene unidos.
Una tormenta trajo un día el miedo y la
incertidumbre, y el agua cayo con tal fuerza que se llevo tanto a su paso, como
una película de terror el miedo llenaba nuestra alma con cada rayo y cada
trueno, al final solo lo material sufrió, nuestro espíritu aunque resquebrajado,
sobrevivió en la esperanza de un nuevo rayo de sol.
En un día de lluvia te
dije adiós, aunque mi corazón no quería hacerlo, mi mente me decía que era lo
correcto, te vi marcharte sin poder hacer nada y no te diste cuenta, pero trate
de alcanzarte minutos después, para decirte “Detente, no te vayas”, corrí bajo
la lluvia, y me detuve a mitad del camino, entendiendo que eso era lo mejor,
mientras la lluvia que caía sobre mi rostro ocultaba mis lagrimas, y ahogaba mi
corazón casi tanto como la tristeza, me quede allí, vi como te alejabas sin
mirar atrás, si hubieras volteado, si hubieras vuelto hacia atrás tu mirada….
Hoy me devuelve este día de lluvia recuerdos
de ayer cargados de alegría y de melancolía… Me pongo mis audífonos, y subo el
volumen a la música, no cerrare la ventana, quiero sentir las gotas de agua en
mi cara, mientras viejas canciones me transportan a los momentos que viví ayer…
en esos días de lluvia…
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