miércoles, 22 de diciembre de 2010

Desde mi Ventana

Hoy desperté y lo primero que vi desde la ventana abierta de mi cuarto, era algo que parecía irreal, la luz de un sol resplandeciente, un azul intenso y el verdor de arbustos que asomaban sus hojas. No es la imagen habitual que tengo cada día, cuando despierto,  en mi ventana se ven las calles y sus ruidos, los autos que pasan y la gente que apresurada camina como autómata hacia su destino. Pero hoy no, estoy de vacaciones en casa de mis abuelos paternos, y aunque es en una ciudad como cualquier otra, mi habitación en una especie de ático, me ofrece esta imagen casi mágica a través de mi ventana, de los arbustos  y enredaderas que mi abuela tiene en la azotea.
Cuando vez esta imagen al despertarte, no puedes evitar sentirte vivo, sentir que un día de color te da la bienvenida, que el rayo de sol no solo atraviesa la ventana, si no que intenta atravesarte el alma, y llenarte de energía.
Despiertas sin estrés, sin apuros, y te provoca quedarte allí contemplando esa visión del nuevo día. Y te imaginas salir a un campo florido lejos de los muros de concreto, el smog, el bullicio de la gente, pero no, ellos siguen allí, de hecho hasta escucho la ciudad al fondo del susurro del viento, y pienso, “quisiera quedarme soñando aquí”, con este mundo perfecto que una imagen a través de mi ventana trajo a mis pensamientos.
Pero se hace tarde, debo levantarme, el mundo real me espera, y aunque no es igual a la visión que tengo desde mi ventana, creo que tomare parte de este regalo que Dios puso para mí. Tomare la energía de ese sol y de ese cielo azul que se asoman en mi ventana y la paz que transmite el verdor de las hojas, y diré sin dudas “Hoy será un gran día”

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